Plena Inclusión Madrid

¿Dónde están las personas con discapacidad en ciertas profesiones?

Todos sabemos que tener un trabajo, si así se desea, es fundamental para la realización personal. Permite tener un ingreso para ser independiente, sentir que uno aporta a la sociedad, y realizar un proyecto personal. Afortunadamente son cada vez más las iniciativas y programas que preparan a las personas con discapacidad para entrar en el mercado laboral, y apoyan a las empresas para contratar y mantener a personal con discapacidad. Está demostrado que todas las partes ganan, una vez se superan las barreras de entrada como los miedos, adaptaciones del entorno, y la gestión de la diversidad en la plantilla, entre otros. Pero un punto fundamental es no quedarnos con “dar trabajo” o crear oportunidades. No vale cualquier puesto. No es cuestión de quedarnos con la conciencia tranquila de que las personas con discapacidad tienen un trabajo. Como cualquiera de nosotros, tiene que ser un puesto de trabajo que motive, que guste, y que esté adecuadamente remunerado. Entonces, ¿por qué no vemos más personas con discapacidad en puestos de trabajo tradicionales, como médicos, profesores, o abogados?

Quizá estos puestos resultan un reto mayor para las personas con discapacidad intelectual. Pero ¿qué impedimentos están encontrando las personas con discapacidad física? Tener, por ejemplo, un médico con discapacidad física es beneficioso en varios sentidos. Por un lado, si es la vocación de dicha persona ser médico, debería tener las mismas oportunidades que cualquier otra persona para prepararse y convertirse en el profesional que aspira a ser. Adicionalmente, para el público en general cambiaría la imagen quizá aún presente de la persona con discapacidad como paciente, y no como profesional (viendo sólo su discapacidad y no sus capacidades). Por tanto,  tener más médicos con discapacidad atendiendo ayudaría a eliminar prejuicios y a normalizar las relaciones sociales y profesionales entre la diversidad de personas que conformamos la sociedad. Y además, un médico (por seguir con el ejemplo) con discapacidad podría entender mejor las necesidades y perspectivas de pacientes que atienda con una discapacidad similar. Esto no es menor, pues varios estudios (como uno realizado sobre la detección y tratamiento del cáncer de pecho en mujeres con discapacidad) demuestran que los pacientes con discapacidad no suelen ser tratados de la misma forma, reduciendo los análisis y tratamientos propuestos, obviando preguntas claves al paciente por prejuicios (como por ejemplo, preguntas sobre potenciales conductas de riesgo por considerarlos personas sin actividad sexual), y prestando menos atención a lo que cuenta el paciente.

Pero además, los centros de atención médica (hospitales, clínicas) no siempre están equipados para atender a las personas con discapacidad. Como menciona un artículo del New York Times, además de la falta de profesionales con discapacidad, hay una falta de equipamiento, entrenamiento del personal, y hay prejuicios aún por derribar, para que los pacientes con discapacidad sean tratados adecuada y equitativamente. Es posible que si hubiera más médicos con discapacidad, éstos ayudarían a concienciar sobre los cambios que se necesitan realizar para ofrecer un servicio médico equitativo.

Similar sería el caso de otras profesiones donde se habla de inclusión, pero son pocas las personas con discapacidad que las ejercen.  Por ejemplo, siendo la educación inclusiva un tema en boga ¿cuántos profesores con discapacidad hay? Es una de las preguntas que surgieron durante el simposio en Buenos Aires de educación inclusiva el pasado Junio (2017). Pero es que si hay dificultades para que los estudiantes con discapacidad tengan una educación adecuada, ¿cómo van a optar a estudiar las carreras que desean? Y por tanto ¿cómo pueden ejercer las profesiones que quisieran? Sin las mismas oportunidades durante toda la formación escolar, incluido los estudios universitarios, las personas con discapacidad no tienen las mismas oportunidades para elegir su profesión. De hecho, en Estados Unidos la mayoría de los médicos con discapacidad (que representan sólo el 2% de estos profesionales) adquirieron dicha discapacidad una vez ya eran médicos.  Por tanto, no sólo están perdiendo calidad de vida las personas con discapacidad al no poder desarrollar la vida profesional que de otra forma elegirían, si no que perdemos todos. Nos quedamos sin médicos, abogados, profesores, directores de marketing y un largo etcétera que además de estar cualificados, podrían aportar una perspectiva adicional a estos trabajos. Habría mejores servicios, y menores prejuicios.

 

Cristina López Mayher, Técnico Comercial y Economista del Estado, con un máster en Gestión del Desarrollo Internacional por la American University (Washington DC).

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